Puerto de Alisas (e-bike)

Es una goazada poder celebrar que Biking Hell ha hecho dos rutas (oficiales) en el mes de enero. Pero es que desde que Spaceman se ha comprado un nuevo tanqu-e-bike, había que sacarlo a probar. Y de paso dejarle al Renuente probar las mieles de la clara reducción de esfuerzo físico que suponen estas creaciones modernas con la ahora segunda e-bike de repuesto.
 

 
La verdad, es que pesar de la clara desventaja y descompensación que supone ir en bicicleta analógica con un compañero que va con e-bike, si las cosas se igualan, uno puede verle el sentido a este caro avance. Las cuestas se muestran inexistentes, aunque el esfuerzo sigue estando ahí. No es como un ciclomotor, pero desde luego las diferencias son abismales a ir con una bici en la que la única ayuda son las piernas.

Puerto de Alisas

Partiendo de Riva nos dirigmos al puerto de las Alisas. En el camino atravesamos Arredondo con su curioso campanario-torre redondo. Comenzamos a subir el puerto, pero enseguida nos desviamos hacia Bustablado. En esta primera parte por el fondo del valle, hacía un frío estimable y la niebla estaba todavía despejándose.

Desde ese momento lo que tocaba, era subir serpenteando por los caminos entre los caseríos. Eran del tipo rural estrecho y extremadamente empinado. Aquí es sin duda donde las bicis eléctricas brillan. Lo habitual en ese caso es que el Renuente se baje de su bici, pero en este caso, con algo de esfuerzo, se sube muy a gusto. Y sin parar, con una sensación muy bizarra al ir cuesta arriba relajado.
Rápidamente, llegamos a la cima que nos separaba del Valle de Miera donde se sitúa Mirones, pueblo ancestral del Renuente. Escondido debajo, el río asciende tímidamente mientras la villa oculta su cara al mundo exterior, en un alarde muy cántabro.

Puerto de Alisas

Cresteamos alrededor del valle hasta alcanzar de nuevo la carretera que llevaba al puerto, que ascendimos rápidamente. Llegamos al mirador, que se mostraba espectacular y desde el que se podía ver la bahía de Santander, Laredo y toda la cordillera cantábrica.

Por desgracia, unos hijosdeputa desgraciados de mierda, no fueron capaces de recoger la basuraleza que habían creado. Muchas latas de refrescos, botellas de cristal, de plástico, colillas, paquetes de tabaco vacíos. Lamentable. Lo peor es que no parecía ser cosas de una sola visita. Había latas descoloridas por efecto del sol que mostraban una negligencia por parte del gobierno cántabro, que no presta nada de atención a la riqueza de paisajes de montaña frente a la apuesta clara por la costa.

Aún así, el mirador no era el punto más alto, quedaba una parte offroad y rural que nos llevó a una extraña almena que nos pareció curiosa y de la que no se sabe nada.

Valle de Matienzo

A partir de ahí, el valle endorreico de Matienzo. Una bajada por caminitos entre prados hasta alcanzar la carretera y comenzar un descenso vertiginoso hasta el fondo. Las vistas en todo momento espectaculares, solo al alcance de ciclistas pro o de slackers con e-bikes como nosotros.
 

Finalmente atravesamos el valle y solo quedaba una leve pendiente de 150 metros para salir del mismo, que nos supo a gloria, ayudados como estábamos por la electricidad. En el camino, conservamos energía para hacer otro bonus track e ir a visitar Ogarrio, otro pueblo con vinculaciones familiares para el Renuente. La verdad es que mereció la pena, la ruta y los bonus tracks. Es una gozada lo vacío que está el monte cántabro. Libre de la intervención humana, entre comillas, por aquello de la basuraleza.

Ruta recomendable, si estás en forma o si tienes una e-bike. Desde luego lo espacioso, bello, carente de humanos del lugar nos encantó desde el minuto uno.
 
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