Ya que las cosas están muy jodidas en cuanto a la economía se refiere, Biking Hell disfruta de estas vacaciones LowCost por las provincias de Castilla como nunca. Sin saber mucho sobre el lugar y con más ganas que suerte, el Renuente y Starman se dirigieron a la magna ciudad amurallada de Ávila.
Desde ahí trazaron tres rutas en las que se pudieran combinar las cada vez más divergentes visiones de lo que este dúo puede querer a nivel individual. Aventuras, sorpresas y continuos cambios de escenario Vs llanadas y colinas, riveras de ríos y desniveles inexistentes.
Tras un par de previos en Astillero y Mataporquera (la visita a los distintos restos prehistóricos de la zona fue una sorpresa positiva insuperable para el Renuente) se dirigieron a la capital de la provincia abulense y comenzó todo el viacrucis climático y los obstáculos inesperados que han hecho de este viaje uno de los más intensos y abrasivos de la historia de Biking Hell.
Cualquiera de las 3 rutas merecen un post por igual. El inicio con un paseo por las dehesas del primer día, pasó de ser una introducción al lugar a un auténtico reto para la paciencia escasa del Renuente y la incorruptible voluntad de Starman por orientarse. En 3 momentos, descolocados por lo espeso del bosque local nos perdimos lo que provocó casi 5 km extra y el llegar al apartamento totalmente colapsados, con especial hincapié en el portador de bici analógica.
O la de despedida que se prometía como una de las más bellas y cósmicas de las rutas, tuvo un momento de tensión máxima cuando se desatendió las experiencias de días anteriores y nos quedamos encerrados cerca de lo que supuestamente era un regato y acabó siendo una auténtica riada en miniatura que nos cortó el paso. Aún así la inveterada capacidad de improvisación y terminar con clase y estilo en una visita rompedora es el pan de cada día de Biking Hell.
De regato a inundación
Y es que para ser el comienzo de la primavera en Castilla, el clima parecía el de un mal invierno en el norte. Frío, viento intenso, total ausencia de sol y humedad (no en el ambiente claro) máxima. Todos los arroyos que podía haber estaban saturados a su máxima capacidad y la total imposibilidad de encontrar vados nos reventó la capacidad de tener el flow que siempre caracteriza nuestras visitas a la España despoblada.
Por ello, vamos a centrarnos en la segunda que fue la más larga, correosa y con el clima más en contra de las que se han visto en años. La idea era hacer una ruta circular para llegar a la escena (protagonizada por un Jorge Sanz niño) de Conan el Bárbaro en la que se ve como el personaje crece y se convierte en un Arnold Swarchzeneger hiper-musculado casi de la noche a la mañana. La llamada Rueda del Dolor.
Si hubiera hecho un buen día de primavera castellana, habría sido un gozo de principio a fin. Pero no fue el caso. Salimos de buena mañana con un día nublado (no demasiado para los estándares de la visita, incluso vislumbramos el sol escondido) que nos hacía recordar que el suelo no iba a ser muy acogedor. Y vaya que si no lo fue. Los primeros 25km fueron una recta inacabable de suelo pastoso que se agarraba a las ruedas del agotado Renuente, mientras Starman intentaba mantener el espíritu.
Finalmente llegamos al pueblo de Baterna donde como estaba empezando a convertirse en una costumbre, todos los bares estaban cerrados. Trazamos los planes para llegar a La Hija de Dios, un pueblo enano de nombre pretencioso que iba a ser el previo la subida al lugar de filmación. Tras atravesar una de las innumerables dehesas llenas de vacas y toros aterrizamos en el citado pueblo y nos planteamos la subida.
El paisaje era verdaderamente pavoroso y atrapante en su sensación de fin del mundo, con todas esas rocas graníticas esparcidas y un aspecto de haber sido incinerados por Satanás (poco más tarde descubrimos que la zona había sido la víctima del cuarto peor incendio en España en Agosto de 2021). Aun así tenía todo un aire distópico que maridaba el aura de Conan con un poco de Desafío Total y nos dispusimos a ascender.
Tras varias dudas de como acercarnos, encontramos lo que parecía el lugar. Y mientras el Renuente musitaba sus miserias y cansancio espiritual y físico, Starman se dispuso a calcular perspectivas con la foto original de la película y la escena que se nos presentaba antes nuestros propios ojos. Tras varios tensos minutos encontró el lugar y después de inspeccionar encontramos el anclaje original de la Rueda del Dolor y nos dimos por satisfechos.
Biking Hell desbordado
Tras llegar a la mitad de la ruta llegaba el momento de volver. Y al del poco llegó nuestro primer encuentro con un arroyo desbordado. Lo superamos con soltura y nos dirigimos felizmente a casa. A la altura de Palacio, el paso que prometía la ruta original estaba anegado. Había sido devorado por la riada general, así que nos dirigimos por la orilla a buscar otro vado. Y lo encontramos, igualmente desbordado.
Starman se empeñó entonces en quitarnos el calzado y calcetines y cruzar con la bicicleta al hombro ante la creencia que sino había que volver atrás más de 5km (solo fueron 1 al final). Decidido y totalmente inconsciente con 10 grados y viento frío en contra y todavía 30 km más por recorrer, cruzó con las botas en las manos para comprobar que podía funcionar, y funcionó ante la sorpresa del Renuente que acabó teniendo que ceder.
Nunca aprenderemos
Decidimos que ya no íbamos a liarla más. ¿O sí? Unos cuantos km después y, tras discutir extensivamente el significado de la expresión Downerismo, nos encontramos con un otrora hilillo de agua convertido en regato desbordado y, henchidos de confianza, lo cruzamos sin desmontarnos. Como es habitual cuando desafías una y otra vez al destino, se mojaron los pies hasta las rodillas, zapatillas y calcetines incluidos.
A partir de ahí, 15 km más de abyecta miseria que convirtieron esta ruta en una de las más desafiantes que ha sufrido el dúo. Mención especial merece el único bar abierto que encontramos en toda la visita que nos atendió de mil amores con chimenea y todo dispuesta para nosotros (ojalá la hubiéramos encontrado después de inundar nuestros pies en el tercer regato).
El último tramo desde la localidad del Fresno, estaba previsto que discurriera por un sendero fluvial. Aprendiendo de la experiencia, lo presumimos inundado y volvimos por la carretera. Los últimos dos km se hicieron por el bidegorri y para entrar a la ciudad, elegimos la muy apropiada puerta de la Mala Ventura.