Como ya hemos comentado en anterior posts, la riqueza de sorpresas de la Llanada Alavesa parece inagotable. Tras cuatro episodios navegando por las diferenciadas pero mayormente horizontales rutas que rodean la capital de Álava, llegamos a la quinta de las 6 hechas hasta el momento.
Y de nuevo la sorpresa de mano de los conocimientos geográficos de Starman y el amor por estos llanos del Renuente, crearon una combinación ganadora. Puentes románicos, restos de un poblado imperial y unas cuevas escondidas dieron como resultado otra ruta impecable.
Tras salir otra vez del bosque de Armentia (que realmente merece un capítulo aparte) nos dirigimos hacia el puente románico de Villodas que nos descubría una zona desconocida y apabullantemente tranquila, donde el río Zadorra transcurre calmado, sin la saturación de Gasteiz y dotado en general de una sensación de placidez y relax inalcanzable estos días.
Yacimiento arqueológico de Iruña-Veleia
Tras flotar en la placidez, nos movimos poco a poco hacie el yacimiento arqueológico de Iruña-Veleia. Unos restos bastante bien expuestos de un antiguo poblado romano de la época imperial. Por desgracia este yacimiento fue ensombrecido en su momento por unos anormales que decidieron dárselas de listos y falsificar unos restos, encima de lo que originalmente eran remanentes reales de la herencia latina del sur de Euskal-Herria. A pesar de ello, merece la pena visitarlos porque aunque escasos están muy bien expuestos y explicados.
Cueva de los Goros
Tras un tentempié en el que probablemente sea el único establecimiento que nos hemos encontrado en la llanada alavesa, era hora de disfrutar del viaje hasta Hueto Abajo y Arriba de camino a la cueva de los Goros
Tras esta enriquecedora visita nos dirigimos a la cueva de Goros. Origen del río Laña (que corría seco en nuestra visita) es una de las más desconocidas de Álava, y probablemente de la península. 5 Ojos horadados en la roca que a pesar de lo superficial no conseguimos recorrer en toda su profundidad (todos sabemos del secreto amor por el espeleociclismo de Biking Hell). Lo deshidratado del río nos hizo dudar en varios momentos y tampoco ayudó las confusas señales de GR del camino, pero la orientación impecable de Starman nos llevó a buen puerto. Aún así no pudimos acceder al camino de los ojos de la cueva inferiores que se mostraban igualmente misteriosos.
Tras la visita, tocó el momento de volver. Un camino más estándar y menos disfrutón dado la cantidad de accidentes geográficos e históricos que pudimos visitar a la ida. En cualquier caso no desmerece ni un segundo descubrir que tras 5 rutas por la llanada alavesa, tantas sorpresas nos esperan. Y es que la «península despoblada» sigue siendo una fuente infinita de sorpresas que no hay que perderse
Con vosotros el Relive que por problemas con el Embedding ponemos como enlace al clicar en la foto: