Si hay un grupo que ha hecho de la miseria una virtud, ese es MY DYING BRIDE. La banda de Bradford (ciudad deprimente donde las haya) ha conseguido encontrar un equilibrio tras más de 30 años de carrera. Desde su experimento marciano que fue «34.788%…Complete», el grupo ha encontrado una ruta segura, no extremadamente rompedora, pero llena de matices y pequeños giros estilísticos casi imperceptibles que hace de la escucha de sus últimos 8 discos un viaje emocional intenso, oscuro pero lleno de una familiaridad que pocas bandas podrán jamás llegar a alcanzar. Y el último lanzamiento de los Doomsters «The Ghost Of Orion» no es una excepción.
El sexteto, que solo conserva al vocalista Aaron Stainthorpe y al guitarrista Andrew Craighan como miembros originales, se enfrenta a su cuarta década de existencia seguro de la relevancia de su proposición musical. La vuelta en 2009 de un miembro fijo encargado del violín y los teclados (Shaun MacGowan) aporta desde entonces una reminiscencia a su disco de cabecera «The Angel & The Dark River» donde todo lo que tiene su música de trágicamente bello, fue lo que creó en su momento una obra inmortal. Stainthorpe tiene un aura, en este disco, grave y lisérgica dentro un sonido en conjunto más atmosférico. Los momentos con aires de Funeral Doom abundan discretos, dándole un aire de espiritualidad casi insoportable en su intensidad, más que nunca.
«The Ghost Of Orion», un gran trabajo de la banda inglesa de Doom Metal MY DYING BRIDE
Al observar la ausencia del semi veterano Shaun Taylor-Steels uno comienza a fijarse en los recientes cambios de formación de la banda inglesa. De primeras, se echa de menos como repartía dolor Craighan junto a los dos guitarristas que más tiempo han militado en la banda Calvin Robertshaw y Hamish Glenncross (curioso como los apellidos de los miembros veteranos de este grupo suenan a poetas románticos ficticios). Pero de alguna manera, el estar solo a la hora de decidir como incluir las guitarras le ha dado irónicamente una libertad para sonar inspirado e interesante. El single de adelanto de «The Ghost Of Orion» fue «Tired Of Tears», que suena claramente a la banda, pero las guitarras por momentos viajan de lo habitual a lo sorprendente con una sutileza abrumadora. Es difícil explicar sin ser un lego en la materia. La textura de la guitarra más ruidosa y menos melódico-metalera muestra un aprecio por el ambiente como arma musical que se echa de menos en estos estilos musicales.
Entremeses musicales en el nuevo trabajo de MY DYING BRIDE
El entremés con voces femeninas que es «The Solace» junto al suspiro que da título al disco es una sorpresa y un detalle que nos enfrenta al final del disco con una confianza en que lo que resta no va a defraudar. a pesar de protagonizar dos temas enteros sin batería. Y así llegan las dos canciones finales, la prímera de ellas «The Old Earth», con una violencia sonora que muestra que no todo es poesía, atmósfera y romanticismo, también hay frustración irracional. El desarrollo de la canción es sinuoso mientras los cantos guturales se mezclan con el barítono limpio de un Stainthorpe que (como se menciona antes) está pletórico.
Para terminar con «The Ghost Of Orion» nos encontramos con «Your Woven Shore», con una coda muy en la línea del Doom Metal Gótico de la vieja escuela, un coro de ángeles cantando al unísono mientras un teclado y un violín cierran el disco en perfecta armonía. A pesar de que si uno observa el mainstream, el Rock como estilo musical moderno está en un claro descenso al olvido, la tragedia de ese hecho está representada como arte en los álbumes de MY DYING BRIDE, una banda que renuncia a desaparecer y sigue al pie del cañón, reflexionando sobre el final de una era, con momentos de belleza extrema que pocos se atreven a soñar.
Discográfica: Nuclear Blast
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